Wichí

En la actualidad, los Wichí viven principalmente en Argentina, concretamente en la parte occidental de la provincia de Formosa, en el este de Salta. En Bolivia, las comunidades Wichí se encuentran en el departamento de Tarija.
Wichí significa "persona" en su idioma.
El censo nacional de población de 2010 en Argentina reveló la existencia de unos 50.500 Wichí en todo el país. No hay datos definitivos sobre el lado boliviano.
Hablan la lengua Wichí (wichi-hlamtes), que es la lengua indígena más vital de Argentina. Dependiendo de la zona, tiene dialectos muy específicos. Esta lengua siguió siendo oral hasta la llegada en 1911 de los misioneros protestantes de la South American Missionary, que se dedicaron al aprendizaje y a la evangelización de las diferentes comunidades. De hecho, la primera gramática y vocabulario wichí/español fue escrita por el reverendo Richard Hunt en 1913. En 1986 se permitió el bilingüismo en las escuelas de la región.
Los Wichí son "un grupo etnolingüístico sin una organización política centralizada donde los lazos de parentesco y las alianzas constituyen el eje estructurador de las relaciones sociales" (Montani, 2017).
Son grupos uxorilocales y bilaterales. Su antigua proximidad a la frontera de las etnias andinas les proporcionó rasgos culturales característicos como la monogamia, la posesión de territorios por familias y una agricultura próspera con excedentes, lo que favoreció un relativo sedentarismo. Las mujeres cultivaban pequeñas calabazas y cosechaban en temporada plátanos, algarrobas, frijoles verdes, higos chumbos, miel, etc.
Su calendario se organizaba de forma circular siguiendo el ritmo de la naturaleza: el comienzo del año, celebrado en agosto, es la estación conocida como Nawab, 'luna de las flores', seguida en noviembre por Yachup, 'luna de las algarrobas', al final del verano austral está la estación de Lup, 'luna de la cosecha', seguida por Fwi yeti 'luna de las heladas'.
Ya en el siglo XVI, los Wichí adoptaron un estilo de vida casi sedentario con asentamientos en las orillas de los ríos. Formaron comunidades de parentesco, cada una de ellas administrada por un jefe anciano y un consejo comunitario. Sus viviendas eran cabañas construidas con ramas de 2-3 m. La familia era generalmente monógama, aunque los caciques tenían más de una mujer. El sistema de creencias Wichí ha sido incluido por los antropólogos en el animismo y el chamanismo: adoraban a los seres de la naturaleza y tenían la noción de un ser superior (Tokuah o Tokuaj ) que gobernaba el mundo.
En la segunda mitad del siglo XIX, comenzaron a declinar al ser incorporados violentamente como mano de obra en las plantaciones de caña de azúcar, algodón y aserraderos. Finalmente se anexionaron políticamente a la nación argentina entre 1870 y 1911 mediante campañas militares. En 1915, la masacre de Algodonal tuvo lugar no muy lejos, en Bolivia, cuando un grupo de soldados acorraló a un grupo de 200 caciques Wichí y los fusiló.
En los últimos 100 años, las tierras Wichí han sido invadidas sin descanso. En 1998, un estudio basado en la investigación fotográfica por satélite realizado por la Universidad de Clark (Massachusetts) demostró que entre 1984 y 1996 había desaparecido el 20% del entorno natural. Desde entonces, los madereros han seguido talando sus bosques y los colonos criando ganado en ellos. Con el tiempo, los rebaños no sólo han convertido la tierra arrebatada a los Wichí en un árido desierto, sino que también han invadido las pequeñas parcelas que los Wichí consiguieron conservar, destruyendo sus cultivos. Lo que antes era matorral o sabana se ha degradado mucho por la deforestación, la introducción del ganado y, más recientemente, el cultivo de soja. Sus condiciones de vida son casi indigentes en un territorio devastado. Se han organizado en pequeñas comunidades homogéneas, principalmente sedentarias, en las zonas rurales. Viven en lo que llaman " Tahnyi " (monte) y su situación económica, política, ecológica y médica es crítica. Para sobrevivir, tienen que depender cada vez más de ocupaciones ocasionales ofrecidas a menudo por quienes han desfigurado sus casas. Incluso allí donde se ha devuelto la tierra y los Wichí tienen el título, la deforestación es masiva, los cultivos de soja transgénica asoman, la desnutrición y la obesidad son generalizadas y la enfermedad de Chagas sigue siendo endémica. Algunos han emigrado a zonas urbanas, donde suelen vivir en barrios de chapas.
Con el objetivo de conseguir el reconocimiento de sus derechos territoriales, varias comunidades Wichí se han asociado y unido legalmente. Juntos han presentado proyectos de ley al Congreso y peticiones al gobierno nacional. Sus principales reclamos se encuentran en dos grandes áreas de tierras públicas al este de Salta, conocidas como Lote 55 (aproximadamente 2.800 km²) y Lote 14. Los derechos de los Wichí sobre estas tierras han sido reconocidos por la ley, pero todavía no hay medidas prácticas para hacerlos cumplir. Tras meses de denuncias, batallas legales y una campaña auspiciada por Greenpeace, el 14 de octubre de 2005 la Administración de Parques Nacionales y el gobierno de Salta firmaron un acuerdo para crear una nueva área nacional protegida. La organización de defensa de los derechos de los indígenas, Survival International, lleva años haciendo campaña para conseguir apoyo internacional a las reivindicaciones de las asociaciones Wichí.
En Argentina, en 2016, la comunidad de Salta denunció que los propietarios de campos de soja se están apropiando de miles de hectáreas de fincas, utilizando hombres armados para desalojar a familias enteras, violando los derechos a la tierra, la salud y la educación, y condenando a los niños a la muerte por falta de atención médica.